La peregrina, es una perla única, por su forma de lágrima o pera, tamaño, y por su increíble historia.
Pero, ¿por qué se llama así La Peregrina?
Se llamó así porque en la fecha en la que se encontró, algo peregrino, significaba Extraño, especial, raro o pocas veces visto , aunque es cierto que con todo lo que ha viajado y las veces que ha cambiado de manos no le va nada mal su nombre.
¿Cuál es la historia de La Peregrina?
La Peregrina, se mueve entre la leyenda y la historia.
Sobre cómo llega la perla hasta la Corona Española, hay varias versiones. La primera que La peregrina se la dejó como legado María Tudor (María I de Inglaterra) a Felipe II.
La segunda versión es que la Peregrina, se localiza en el Caribe, se cree que en Panamá, en el siglo XVI, por un esclavo, que gracias a su descubrimiento consigue la libertad. Llega a España de manos de Diego de Tebes, alguacil mayor de Panamá hacia 1580. Le ofrece la perla a Felipe II, quién la compra a través del Consejo Real de las Indias, lo que desmentiría que fuera un legado de su esposa, María Tudor (1516-1558), que para esas fechas ya había fallecido.
La tercera versión, parece ser la más aceptada, es del historiador Francisco López de Gómara , en su “Historia General de las Indias”, detalla que la Peregrina se entregó a los españoles en concepto de vasallaje, por el cacique de la Isla de las Perlas, frente a Panamá en 1515, dentro de un lote, del que a la Corona le correspondía un quinto, por lo que debió ser subastada para hacerlo efectivo.
Fue comprada por un comerciante español, siendo vendida unos 16 años después a Isabel I de Portugal, esposa de Carlos I, para celebrar sus primeros 5 años de casados, y que se puede ver en un cuadro que se encuentra en el Museo del Prado pintado por Tiziano. La perla, la heredará Felipe II que se la regalará a su esposa María Tudor, que aparece con ella en dos cuadros y monturas diferentes, uno se encuentra en el Museo del Prado y está pintado por Antonio Moro, y el otro cuadro está pintado por Hans Eworth. De hecho, a María Tudor, le gustaban tanto las perlas, que aparece pintada también por Master John, ésta vez con perlas de distinto tamaño. María Tudor, decidió que lo que había disfrutado como reina de España se quedara aquí para uso de futuras reinas.
A la muerte de Felipe II, dentro del testamento aparece la descripción y valor de la Peregrina de la siguiente manera: “Una perla pinjante en forma de pera, de buen color y buen agua, con un pernito de oro por remate, esmaltado de blanco. … Compróse por el Consejo Real de las Indias de don Diego de Tebes en 9.000 ducados. … Tasóse por Francisco Reynalte y Pedro Cerdeño, plateros de oro y lapidarios del Rey nuestro señor, en 8.748 ducados. Tiénela la Reina nuestra señora…”, que heredará Margarita de Austria, a la que habían casado por poderes con Felipe III, en 1605, la Reina Margarita, la lució en la ceremonia de firma del tratado de paz entre Inglaterra y España.
La Peregrina, vuelve a aparecer en las memorias del Duque Saint-Simon, publicadas en 1706, durante la guerra de Sucesión española , donde se hace referencia a cómo Felipe V y su mujer María Luisa Gabriela de Saboya, ofrecieron La peregrina junto con otras alhajas como aval para conseguir créditos que cubriesen los gastos de la guerra. Pero el Duque Saint-Simon también indica en sus memorias que en la visita del Rey Felipe V a Versalles llevaba la perla colgando de su sombrero, por lo que debieron de recuperarla.
Queda constancia de esta posesión en la Corona española en las diferentes pinturas en las que aparece, de hecho Velazquez la pinto tres veces, Margarita de Austria e Isabel de Borbon (primera esposa de Felipe IV), montando a caballo, y Felipe III en su sombrero. La joya se mantiene en poder de la corona hasta Carlos IV, cuando tras la invasión napoleónica, José Bonaparte ocupa el lugar de Carlos IV. En 1808, Bonaparte, se llevará como botín las joyas más valiosas de la corona, entre ellas la peregrina, el valor total del saqueo se valora en 22 millones de reales de la época. La peregrina la usará su esposa Julia Clary. Tras la separación matrimonial lega la perla junto con otros vienes a Carlo Luis Napoleón Bonaparte, futuro Napoleón III y último monarca francés. Cuando se exilia en Inglaterra, vende en 1848, la Peregrina al marqués de Abercorn.
En la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg en 1906, ella luce la Peregrina II. Alfonso XIII le quiso regalar a Victoria Eugenia la perla, pero al no ponerse de acuerdo con los dueños de la misma, los joyeros R.G. Hennell and Sons, le regaló una similar. Que es la que actualmente usa Doña Sofía. En ese momento el Rey no pudo comprar la peregrina, que la adquirió Judge Geary, pasando en 1917 a Henry Huntingdon. En 1969 salió de nuevo a subasta y la compró Richard Burton por 37.000 $ para regalarsela a Elisabeth Taylor, que montó posteriormente en un collar de perlas, diamantes y rubíes en la joyería Cartier. A su muerte la Peregrina salió a subasta en Christie´s con un precio de salida entre 2 y 3 millones, acabando con un remate de 11,8 millones de dólares.
No fue la más valiosa de la Familia Real Española, pero siempre es la que más admiración ha generado.
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